En las últimas semanas se han venido difundiendo, a través
de los medios de comunicación, el hallazgo del lugar donde fue ejecutado Julio
César. La noticia ha puesto de actualidad la figura de uno de los dictadores más
sanguinarios de la historia de la humanidad, aunque al parecer goza de la
simpatía de la mayoría de los historiadores.
En este artículo y los próximos vamos a comentar alguno de
los aspectos del personaje, con la intensión de aportar una visión más real
sobre su persona, y la influencia que tuvo en su tiempo y en los siglos posteriores.
A finales del 61
a.C. regresa Pompeyo a Roma dispuesto a intervenir en
política, para lo cual trae un cuantioso capital fruto de sus expolios en
Oriente. Deseaba recibir los máximos honores del Senado, pero en ningún caso
atentar contra el aparato del estado. Pero se encontró con la oposición de
Catón. En vez de utilizar sus tropas para presionar al Senado procedió a
licenciarlas. La oposición del Senado a sus proyectos le hizo ver la
conveniencia de aliarse con los políticos populares.
A todo esto, Julio César había llevado a cabo una campaña
contra los lusitanos, obteniendo un buen botín y prestigio entre sus tropas. En
el verano del 60 a.C.
regresa de forma precipitada a Roma, entrando en contacto con Pompeyo y Craso.
César media entre ellos para limar sus discrepancias y lograr así una alianza
entre los tres, conocida como Primer Triunvirato, que carecía de base
constitucional.
César se convierte en cónsul en el 59 a.C., y saltándose los
trámites perceptivos en el Senado, lleva una propuesta de reparto de tierras
directamente a la asamblea. Con objeto de tranquilizar a Pompeyo, sella con él
una alianza familiar, ofreciéndole como esposa a su hija Julia.
Mediante la utilización de Clodio, tribuno de la plebe, pone
en marcha una serie de proyectos demagógicos; reparto gratuito de trigo,
restablecimiento de las asociaciones políticas, creación de bandas armadas para
presionar a la asamblea, con lo que logra deshacerse de sus enemigos, entre los
que se encuentran Cicerón y Catón.
César logra que la asamblea le otorgue el gobierno de la
Galia Cisalpina, el Ilírico y la Galia Transalpina.
En ausencia de César se produce una crisis entre Craso y
Pompeyo, por lo que baja de la Galia en el 56 a.C. y
restablece el acuerdo entre los tres, logrando, por cinco años, los
gobiernos de Hispania y Siria para Pompeyo y Craso, respectivamente. Craso se
dirigió a Siria para preparar una campaña contra los partos, y Pompeyo se quedó
en Roma gobernando Hispania mediante sus legados.
A todo esto César, ayudando a los eduos, combate y derrota a
los helvéticos obligándolos a retornar a su país de origen.
Se producen una serie de acciones contra los belgas y en
Bretaña y Normandía, donde el expolio de los romanos había dado lugar a una
insurrección en el 56 a.C.
César se dedica a reprimir todas las insurrecciones a base de asolar los
territorios, destruyendo sus aldeas y practicando el exterminio de sus
habitantes. Esta política motiva que se produzca un amplio movimiento de
liberación encabezado por Vercingétorix. Después de una feroz campaña logra la
capitulación del jefe galo, recogiendo un inmenso botín, además consigue
disponer de una ejercito bien entrenado y adicto a su persona.
La muerte de Julia, y la derrota y muerte de Craso (Carrhae,
53 a.C.),
colocan a César y Pompeyo en posiciones claramente antagónicas.
A partir del año 51 a.C. se producen una ola de diatribas en el
Senado contra César, rechazando una solicitud de prorroga de sus poderes proconsulares.
En el año 49
a.C. el Senado declara César enemigo público, al negarse
a licenciar las legiones, como se le había ordenado, así como entregar el
mando. César responde cruzando el Rubicón y desencadenando así la guerra civil.
La guerra civil tuvo su punto álgido en la batalla de
Farsalia (48 a.C.),
donde César derrota a las tropas leales mandadas por Pompeyo, el cual huye a
Egipto, donde acaba siendo asesinado por mandato de Tolomeo XIII. César pasa
por Egipto, se enfrenta y derrota a las tropas de faraón, y en el curso de la
batalla quema la biblioteca de Alejandría (una de las mayores catástrofes
culturares que se han producido en la historia del mundo)
La campaña de César contra las tropas leales a Pompeyo
finaliza en Hispania en la batalla de Munda (45 a.C.), que se salda con
enormes pérdidas humanas.
Tras la finalización de la guerra civil, César ha dejado al
estado arruinado, con numerosas ciudades destruidas, campos asolados y millones
de muertos.
Vencedor del partido senatorial, y dueño de los resortes del
estado, César se comporta como un déspota absoluto, y con el pretexto de
restaurar la República hace todo lo contrario. Aunque no acepta la corona real,
tan denostada por la tradición republicana, sus amplísimos poderes
dictatoriales le bastan y le sobran para acabar con el régimen republicano.
La anterior situación motivó que un grupo de senadores
organizaran una conspiración, que dirigida por C. Casio Longio y M. Junio
Bruto, tuvo como resultado la ejecución de César (15 de marzo del 44 a.C.), con lo que se
pretendía restablecer la República.
Hasta aquí una breve relación de los hechos, en próximo
artículo analizaremos sus consecuencias.